Sunday, May 21, 2006

PARA ANALIZAR

Un par de cosas para tener en cuenta.
El profesor ciruela, asume en esta editorial su condiciòn de ideologo de la opoSiciòn. (¿quien lo avalarà?).
Sin querer, rescata el genio de Peròn.
Reconoce y envidia la acumulaciòn de poder de quien ellos llamaban "chirolita".
Teme a la "horda ( o aluvión ) zoologica", que va a colmar la Plaza como las generaciones nuevas nunca vieron, y en paz y en orden, como nosotros sabemos hacerlo.
Se reconoce vencido antes de empezar la pelea.
Reconoce que esto es una guerra civil, al preparar a la oposiciòn para la batalla final,... el liberalismo de los Grondona siempre actua en forma terrorista contra el pueblo, en forma implacable.-
Es nuestra obligaciòn evitar que haya una batalla entre argentinos, apoyando y siendo criticos de nuestro Presidente, avalando los aciertos y mostrando los errores.Para que no nos pase lo que ellos quieren que pase.-
Un abrazo Hugo
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Mariano Grondona

La hoja de ruta para la oposición

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Esto es lo que Perón me dijo un día mientras conversábamos en Puerta de Hierro: "Cuando quiera algo, nunca lo proponga. Haga que otros lo propongan, ofreciendo, incluso, cierta resistencia. No demasiada, por supuesto". Esta consigna, que forma parte del acervo cultural del peronismo, es la que sigue ahora el presidente Kirchner. Quiere la reelección, pero no la propone. Otros lo hacen, mientras él ofrece cierta resistencia. No demasiada, por supuesto.

Al margen de esta consigna, todas las energías del Gobierno están concentradas en el operativo reeleccionista. Se lo reconozca públicamente o no, hacia él apuntará la manifestación masiva en la Plaza de Mayo que el Gobierno prepara febrilmente para el próximo jueves 25. Si la campaña por la reelección es evidente, por otra parte, también es previsible la victoria electoral de Kirchner en las elecciones presidenciales de 2007, no sólo porque el Presidente conserva un índice confortable de popularidad, sino también porque la oposición está demasiado debilitada para desafiarlo seriamente en el breve plazo de un año.

A esta dificultad objetiva de los opositores para competir en igualdad de condiciones con el Gobierno en tan poco tiempo, se suma otra de naturaleza "subjetiva": su perplejidad estratégica . Lo que más perjudica a la oposición es que sus múltiples referentes, si bien son conscientes de su debilidad competitiva, no han concebido todavía un método para superarla. No saben cómo ni cuándo deberían actuar.

Aristóteles decía, sin embargo, que la virtud por excelencia del político es el kairós , una expresión que podría traducirse por "la intuición del tiempo oportuno". Por eso Napoleón decía que "el tiempo es todo". Lo primero que debe concebir la oposición, por lo tanto, es un cronograma para la realización de su objetivo final, que, porque estamos hablando de política, no puede ser otro que arrebatarle el poder al kirchnerismo.

El tiempo oportuno

Y bien, ¿cuál será el "tiempo oportuno" para vencer al kirchnerismo? Algunos apurados piensan que se despliega ahora, con vistas a 2007. Nada podría ser más errado. Si los opositores creen que librarán su batalla decisiva contra Kirchner de aquí a un año, saldrán maltrechos de un encuentro inevitablemente desigual y, lo que es peor, les será más difícil todavía reorganizarse debidamente con vistas al verdadero "tiempo oportuno" que se les hará presente a medida que transcurra la segunda presidencia .

Hoy, el kirchnerismo concentra un poder incontrastable. Pero al concentrar en exceso sus energías en 2007, con la impaciencia y el "cortoplacismo" que lo caracterizan, Kirchner está tomando una serie de medidas que, asegurando de un lado lo que en verdad ya tiene asegurado, su inminente reelección, lo debilitará en su segunda presidencia. Será en el transcurso de ella, cuando comience el verdadero desgaste del Presidente, que la oposición deberá concentrar sus propias fuerzas con la mira puesta en 2011, ya que éste será el año de la batalla final.

Será en este año, sea que Kirchner pretenda la "re-reelección" como lo pretendieron Menem en 1999 y él mismo en Santa Cruz, sea que deba designar a un sucesor por definición más débil, cuando la oposición deberá estar pronta para vencerlo.

La razón de este pronóstico político se funda no sólo en el refrán de que "las segundas partes nunca fueron buenas", un refrán que nuestra historia ha confirmado reiteradamente en casos como los de Roca, Irigoyen, Perón y Menem, sino también en que la "segunda parte" de Kirchner, además de sufrir el desgaste del tiempo que a todos afecta, será particularmente conflictiva en razón de otra lección que nos brinda la historia: que el corto plazo, cuando se lo exagera, hiere de muerte al largo plazo .

Líneas de acción como el control total de los precios de la economía al que ahora asistimos, que permiten reprimir en lo inmediato los signos de una inflación peligrosa, tendrán por efecto en lo mediato la caída de las inversiones, ya que ningún empresario quiere invertir allí donde no hay reglas previsibles. Y la caída de las inversiones en el campo y en la industria, el disminuir la oferta de bienes, aumentarán a su vez las presiones inflacionarias, alentando la puja salarial.

En lo político, por otra parte, la agresión constante del Gobierno a sus competidores y hasta a sus aliados está trayendo consigo una distinción entre dos clases de políticos: los sumisos y los dignos. Los sumisos, en el mismo momento en que se someten, se devalúan. Los dignos, por contraste, crecen. Hoy, Alarcón es más que Díaz Bancalari. Esta lógica de la devaluación de unos y la valorización de otros, que ya resulta evidente, se acentuará con el paso del tiempo.

El Gobierno cuenta hoy, por otra parte, con el más peligroso de los aliados. Hugo Moyano obtiene por ahora lo que quiere, aumentos de salarios y una legislación laboral abusiva que llevará a los empresarios, sobre todo los chicos, a tomar cada día menos empleados -este mes, la desocupación aumentó-. Pero a la hora de la verdad, cuando venga el ajuste que siempre sigue a las burbujas, Kirchner se encontrará, como se encontró Isabel Perón después de Gelbard frente a Lorenzo Miguel a la hora del Rodrigazo, con que el sindicalismo de Moyano también es capaz de volverle la espalda.

Será en el transcurso de la segunda presidencia que el largo plazo empezará a castigar la imprevisión del corto plazo. Será en esa etapa que Kirchner y sus opositores se prepararán para la batalla final.

Dos modos de perder

¿Significa esto que la oposición no debería hacer nada en 2007, resignándose de antemano a su segura derrota? De ninguna manera. La opción de la oposición de aquí a un año no será ganar o perder, porque ya se sabe que perderá. Su opción será perder bien o perder mal . Perderá "mal" si, presentándose dispersa y desorientada, lo deja a Kirchner sin rivales a la vista. Perderá "bien", en cambio, si la derrota de 2007 la encuentra en un estado de convergencia que, cuando arranque el previsible desgaste del kirchnerismo a partir de 2008, empiece a ofrecerle a la ciudadanía un lugar apropiado donde pueda volcar su desencanto. Si la oposición se va congregando de tal manera que, a partir de 2008 y ya en las elecciones intermedias de 2009, pueda acumular los puntos que el kirchnerismo vaya perdiendo, ella se presentará ante la ciudadanía como una alternativa capaz de ganar y gobernar en 2011.

Para hacerlo, deberá reunirse detrás de un programa de gobierno común, cuyos puntos esenciales deberían ser, de un lado, la restauración de las instituciones de la República, que estamos perdiendo y, del otro, la programación de un crecimiento económico y una reducción de la pobreza constantes, de largo plazo, "a la chilena", que Kirchner podrá ofrecer cada día menos. Para ello, tanto la exacerbación nacionalista como el liberalismo fundamentalista deberán resignar sus estrechas banderas.

En la política, como en el deporte, hay que saber perder. Pero se puede perder mediante una catástrofe psicológica, a la manera Gaudio, o serenamente y aprendiendo de la derrota, a la manera de Nalbandian. En 2007, la oposición podrá escoger entre estas dos derrotas, pero sólo una de ellas le mostrará el camino de la victoria.

Por Mariano Grondona

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